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La invención del color de Philip Ball: viaje al origen de los colores

La Invención del color, por Philip Ball. México, Ediciones Turner, Colección Noema, 464 páginas. 2020.

Últimamente, los libros de divulgación de la ciencia escritos por químicos despiertan la curiosidad de un mayor número de lectores, como sucede con Los títulos ya reseñados aquí de Sam Kean (como La Cuchara menguante, El último aliento de César, o El pulgar del violinista), y con otros como Philip Ball, quien además es físico y divulgador científico británico.

Ball estudió en la Universidad de Oxford y se doctoró en la Universidad de Bristol. Durante más de 20 años, fue editor de la revista Nature. Es columnista de la revista Chemistry World.


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Su obra más famosa es «Masa Crítica«, 2004, que obtuvo el Aventis Prize de 2005 y trata de un amplio conjunto de materias conectadas con la complejidad que relacionan las ciencias sociales y las ciencias naturales.

Otras obras suyas publicadas en español son «H2O: Una biografía del agua« y «La invención del color«, de la que nos ocupamos en esta ocasión.

Es una obra en donde muestra como la química y el poder artístico del color se aliaron en una relación simbiótica que determinó sus respectivas evoluciones.

En su relato revisa con acuciosidad la paleta de los griegos, que califica de “austera”, y “la costosa pasión por el púrpura de los romanos” hasta la del arte renacentista, tan rica en matices, y “la sobriedad cromática de Velázquez y Rembrandt”.

Con el nacimiento de la ciencia química como tal en el siglo XVIII y el descubrimiento de numerosos elementos, la síntesis de nuevos pigmentos (no todos adecuados para su uso en pintura artística) fue exponencial. Azules cobalto, verdes de cromo, naranjas puros, azules de Prusia y blanco de titanio fueron llegando a los estudios de los artistas de ese siglo y el siguiente.

Sin duda, la historia de la pintura ha estado influida por la disponibilidad o no de determinados pigmentos. Y cuando Ball narra las tempranas incursiones de los pintores románticos y luego impresionistas, habla a la vez de los químicos, de los laboratorios y de las empresas que formaron un apretado nudo entre arte y ciencia en el siglo XIX y XX.

Los descubrimientos científicos no sólo llegaron casi de inmediato a la paleta del artista, sino que dieron pautas para que también arribaran las pinturas industriales a las casas e instalaciones de los consumidores.

El libro rebosa de anécdotas y apuntes sobre el origen de muchos términos en el ámbito de los colores. De hecho, “La invención del color es una historia luminosa de la ciencia que guarda el lienzo del pintor”.

Además, es un compendio, una referencia de la infinidad de técnicas, de los orígenes, mezclas y ventajas de los pigmentos usados a la hora de pintar.

Si bien Ball no es un historiador del arte, hace notar con tino cómo los nuevos pigmentos y el avance de la ciencia y la industria condujeron al florecimiento de los estilos artísticos. Ball es, sin duda, un buen divulgador del aspecto material, de lo físico, de lo químico a lo largo de los siglos. Búsquelo. Le va a encantar.

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