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Implementar los cambios necesarios, tomará tiempo, al igual que la inversión necesaria para instalar nuevas plantas de reciclaje que puedan llenar el vacío que generó China, que importó alrededor de 7 millones de toneladas de residuos en 2016.
Lo anterior resulta aún más alarmante cuando se cuantificó que de todos los plásticos que se han producido desde su invención hasta la fecha, sólo el 9% de los residuos generados se han reciclado a nivel mundial, por lo que la mayoría de ellos terminan en vertederos o en el medioambiente, incluyendo en nuestros mares.
Algunos países desarrollados reaccionaron a la prohibición enviando sus desechos a otros países del sudeste asiático, como Tailandia y Malasia, y algunos recicladores chinos abrieron fábricas en los países cercanos para sacar provecho de este nuevo negocio.
Sin embargo, los expertos señalan que estos países no tienen la capacidad de lidiar con la afluencia de desechos y que ya están considerando la imposición de restricciones. Otra preocupación es que Asia ya es el hogar de cinco de las principales zonas de plástico marinos del mundo y enviar más basura a países que están mal equipados para enfrentarlo, simplemente exacerbará ese problema.
Peter Skelton de la organización inglesa, Wrap (Waste and Resources Action Programme), opina que el gobierno, las empresas de gestión de residuos y las autoridades locales pueden afrontar el desafío. «Hemos confiado en los mercados de exportación para una gran parte de nuestro reciclaje y eso tiene que cambiar. De alguna manera, es una decisión forzada «, dijo y resaltó que los gobiernos también tienen un papel que desempeñar para facilitar la inversón en negocios de reciclaje y la gestión de residuos.
Amy Brooks de la UGA, coincidió en que los gobiernos deben intensificar educando a la gente sobre el reciclaje, fomentando la innovación y mejorando la infraestructura y la gestión de los desechos, al mismo tiempo que tienen que fomentar la inversión en soluciones tanto de aguas arriba como en la mejora de tecnología de reciclaje, materiales biobasados alternativos y desarrollo de diseños de productos y sistemas que generan menos desperdicios.
La prohibición de China también ha destacado el lamentable estado de la reglamentación internacional sobre los desechos plásticos.
Sin duda, el efecto secundario de la prohibición de China que resultó positivo fue centrar la atención en la necesidad de una economía circular más sostenible, en la que recursos como los plásticos se mantengan en uso durante el mayor tiempo posible. No obstante, con los precios del petróleo relativamente bajos, el plástico virgen puede resultar más barato que el plástico reciclado, un obstáculo financiero que debe superarse.
Las autoridades europeas parecen haber reconocido el valor inherente al plástico. La estrategia de plásticos de la Comisión Europea, que fue develada en enero, dice que su impulso para hacer que todos los envases de plástico sean reciclables o reutilizables por 2030 podría crear 200 mil empleos, pero sólo si la capacidad de reciclaje se cuadruplica.
En conclusión, la prohibición de China debe servir como una llamada de atención y una oportunidad para mejorar la gestión interna de los desechos plásticos de cada país, así como, para invertir en tecnología y nuevas iniciativas. En todos los casos es necesario incorporar a todos los interesados, ciudadanos, gobiernos e industria, tanto a nivel local como internacional.

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