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Throughput: La importancia de un buen costeo de piezas

En 1984, el físico israelí Eliyahu M. Goldratt publica su obra: La Meta (The Goal), resultado de su experiencia en los sistemas de producción en los años 70. Sus ideas aún se siguen reseñando, resumiendo y reformulando; su método y propuestas siguen estudiándose en muchas escuelas de negocios y de gestión estratégica, entre otras especialidades: Conceptos como la “Teoría de restricciones”, los “Cuellos de Botella” y el “Throughput” son actualmente utilizados.

Si bien todos estos conceptos son importantes, al leer el libro me quedó muy grabada una frase: “El Throughput es la velocidad con la que un sistema genera dinero”. Si bien el concepto implica que el producto generado se venda (“Si produces algo y no lo vendes, no es throughput”), en mi mente de Ingeniero quedó mucho mejor impresa la definición simplificada.

Hace algunos años participé en un equipo de ingenieros que asesorábamos a una empresa para mejorar sus ganancias en la producción y comercialización de productos moldeados de plástico. Entre todas las acciones que emprendimos, buscábamos una mejor forma de costear cada uno de los múltiples productos que fabricaban.

En aquellos tiempos, esta empresa tomaba todos los gastos, variables y fijos, que la empresa tenía contablemente y los dividía entre el número total de piezas que fabricaba; ese era el costo base de sus productos, a los cuales, a capricho de los directivos, se le agregaba una utilidad que dependía de qué tan compleja era la pieza o de qué tan importante era el cliente de acuerdo con su volumen de compra.


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Los vendedores aplicaban descuentos basados en los volúmenes de compra de un cliente. En números contables globales la empresa reportaba utilidad, por lo que no se preocupaban demasiado por los precios tan diversos de sus productos; incluso un mismo modelo de producto se vendía a precios diferentes según la importancia del cliente.

En nuestras juntas de trabajo alguien mencionó una idea interesante: “Esta empresa no fabrica piezas plásticas, fabrica dinero”. Pero ¿a qué velocidad se “fabrica” el dinero?, ¿Con cuál de mis muchos productos “fabrico” más dinero?, ¿En verdad obtengo, el dinero que cada producto representa? En ese momento recordé el concepto throughput, y decidimos ir un poco más allá de lo convencional.

Throughput: La importancia de un buen costeo de piezas
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En primer término, lo más importante es considerar solo los costos variables, los que inciden sobre cada producto; evitando al máximo el prorrateo. Esto suele ser lo más complejo, pues calcular con exactitud, por ejemplo, cuánta energía consume realmente un producto para ser fabricado es un aspecto complejo y la mayoría de las veces terminamos prorrateando; pero siempre hay un camino para realizar estos cálculos.

No se niega que puedan existir pequeños porcentajes de desviación que provocan que no se cuadre con datos contables, pero es recomendable esforzarse lo más posible para obtener costos que eviten al máximo el mencionado prorrateo. También es importante no incluir (nunca) costos administrativos que no incidan directamente en la fabricación de cada producto; los costos fijos no deben considerarse. Sin embargo, sí es importante incluir costos que pocas veces se consideran, como el costo de la no-calidad y el de mantenimiento correctivo; de igual forma, no prorrateados.

En principio, considerando que cada producto posee el valor de lo que cuesta fabricarlo, se calculó la “velocidad” con la que el sistema genera dinero, simplemente dividiendo su costo de producción entre el tiempo de ciclo, encontrando así la cantidad de dinero que el sistema produce para cada producto, en una hora. Los resultados fueron interesantes:

  • No siempre el producto con menor tiempo de ciclo es el que más dinero genera.
  • Los costos de no-calidad y mantenimiento correctivo aumentan considerablemente el costo de un producto.
  • Los productos “difíciles” de producir, aún con bajos tiempos de ciclo, elevan los costos debido a largos tiempos de puesta en marcha, tiempos de reajuste, tiempos muertos, entre otros.

Calculada la velocidad con la que cada producto genera dinero, se procedió a calcular el throughput real, producto a producto, cliente a cliente. Los resultados fueron más que significativos:

  • Se descubrió que algunos de los “mejores” clientes, a los que se les otorgaba grandes descuentos por los grandes volúmenes de compra, no generaban un throughput
  • Estos clientes eran “subsidiados” por otros más pequeños que no gozaban de los descuentos y otras ventajas.

La experiencia, además de orillar a la empresa a tomar fuertes decisiones respecto de sus productos como de sus clientes, dejó grandes enseñanzas. Entre otras, la gran importancia de calcular de manera adecuada los costos, producto a producto, sin prorratear.

Cabe anotar que no se trata de sustituir los métodos contables para calcular los costos asociados a un sistema productivo, ni se pretende que estas herramientas determinen el precio de venta de un producto. Pero un correcto costeo ofrece criterios excelentes para la toma de decisiones y para encontrar oportunidades de mejora en los sistemas productivos.

En próximas entregas, hablaremos de los aspectos a considerar para calcular mejor los costos, así como de otros criterios y cuidados para tener en cuenta.

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