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Unicel, aliado en la construcción de grandes ciudades

Lo llaman Unicel, Foam, Hielo seco, Styrofoam, Telgopor, Corcho blanco, Anime, Espuma de Poliestireno…, Sea como fuere, nos remite a ese plástico blanco sumamente ligero con el cual hacíamos trabajos escolares o de decoración, a esos ornatos que anunciaban la celebración de los XV años de la prima Isabel, el bautizo de Fernandito o la boda de Carlos y María.
¿Qué sería de un arroz caliente para llevar sin un contenedor de ese material? ¿Se puede imaginar un champurrado camino al trabajo en otra cosa que no sea un vaso térmico? ¿Y qué decir de nuestras bebidas refrescantes en la playa salidas de una hielera donde las conservamos frías?
Pero también hay otros usos menos conocidos para este noble material, que por cierto sí es reciclable, y cuyo nombre correcto es Poliestireno Expandido (EPS, por sus siglas en ingles), que además se confunde frecuentemente con algunos de sus primos como el XPS, el EPP, el EPE, y otros.
Las charolas de la carnicería del súper o el contenedor de la hamburguesa no son de Poliestireno Expandido, pero en el dominio popular todo lo que sea ligero y blanco podrá ser Unicel. En la industria de la construcción es un material sumamente útil pues aligera y aísla con un precio que en la relación costo beneficio no tiene precedentes.
Una losa de entrepiso puede aligerarse en más de un 70% sin perder propiedades estructurales y esto representa secciones de cimentación más esbeltas, menos mano de obra, más rapidez en ejecución y, por ende, menos costos.
Cuando aislamos con Unicel se logran ahorros de energía importantes, pues no se requiere tener equipos de calefacción o aire acondicionado, que operen todo el tiempo. Un caso de éxito es el de los segundos pisos, vialidades que de alguna manera impactaron la vida de quienes viven en la Ciudad de México.
Por ejemplo, en el arco sur del segundo piso del periférico, al sur de la ciudad, que tiene una longitud de 21 km, con una vialidad principal de 11 km y 10 km de salidas, se utilizó EPS como aligeramiento en sus 488 columnas; 507 trabes; 111 cabezales; 3 mil 901 tabletas y 13 mil 488 parapetos. Por sus bondades el Unicel fue uno de los materiales que permitió su diseño y desarrollo.
Sin este aligeramiento hubiera sido imposible mover con eficacia tales piezas. Una columna que pesaba 30 toneladas, sin Unicel pesaría más del doble. En los parapetos, el uso de corazones de EPS con formas recortadas para dar cabida al paso de instalaciones agilizó el colado de los mismos.
La tecnología y la ingeniería jugaron un papel importante en ese 2012. Al 31 de noviembre de ese año y en un lapso de 106 días se fabricaron 168 columnas y 82 trabes, que viajaron generalmente por las noches, desde la planta de PRET (ICA) en Tláhuac hasta el lugar de su colocación.
Grandes grúas erigían esos elementos prefabricados. Es fundamental entender que estos elementos estructurales no pierden capacidad de carga por ser aligerados, siguen siendo muy resistentes porque el concreto y el acero del armado se encargan de esa función.
Es así como el Unicel se sitúa en un lugar lejano de lo nocivo. Es un plástico que sí se recicla, que tiene nichos de aplicación y que, más que contaminar, genera facilidad y eficacia en muchos ámbitos. De nosotros depende su correcta disposición, su separación, acopio, reúso y reciclaje, así como la cultura para una economía circular. El Unicel no es “malo”. 
 

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